Nació en Ixtlahuacán del Río, Jal. Sus padres fueron don Sostenes de la Mora y doña Cristina Mora. En la escuela parroquial de esta población cursó las primeras letras. Eduardo J. Correa, amigo y biógrafo de Mons. Miguel M. de la Mora, expresó que:
desde niño sintió se inclinado al sacerdocio, y heredó de su buen padre su grande amor a los libros… y siendo aun de corta edad fue inscrito como alumno en el Seminario de Guadalajara, en 1887 y lo describe de apacible carácter, excelente conducta, asidua aplicación y rápido progreso en los estudios.
El 30 de noviembre de 1897 recibió el sacramento del orden por imposición de manos del Ilmo. Sr. Arz. Don Pedro Loza y Pardavé, fue profesor del mismo seminario desde 1897 hasta 1908, año en que fue promovido por sus cualidades morales, científicas y sus excepcionales piezas oratorias como canónigo Magistral de la Iglesia Catedral Metropolitana.
En 1909 obtuvo el doctorado en Teología en la Pontificia Universidad de México. El Papa Pío X, lo preconizó obispo de Zacatecas el 9 de febrero de 1911 y fue consagrado en Guadalajara por el sr. obispo don José de Jesús Ortiz, asistido de los ilustrísimos señores Dr. Don Ignacio Plascencia y Moreyra, Obispo de Tehuantepec, y el Dr. Don Emeterio Valverde Téllez, Obispo de León, el 7 de mayo del mismo año, y tomó posesión el 19 siguiente.
El papa Pío XI, tuvo a bien trasladarlo al Obispado de San Luis Potosí el 24 de febrero de 1922. Y una de las primeras actividades como Obispo, fue la creación de la Gaceta Eclesiástica Potosina, anunciada en la primera circular de 7 de julio y dos días después la consagración de la Diócesis al Espíritu Santo.
El sábado de Gloria de abril de 1930, el ilustre señor Obispo Don Miguel María de la Mora celebró por única vez que impuso sus manos a los candidatos al sacerdocio: Javier Enrique Guerrero, Juan N. Domínguez, Vérulo Hernández, Manuel Loredo y Manuel L. Lazcano.
Don Emeterio Valverde relata algunas de las situaciones que el Obispo de la Mora vivió durante su episcopado:
Padeció durante el largo periodo de persecución carrancista; multas, cárceles, hambres, vejaciones de palabra, maltrato de groseros soldadones, y dos veces destierro a los Estado Unidos, donde se vio reducido a extrema pobreza, al grado de tener que servir de capellán en un hospital para subvenir a la propia subsistencia. En la segunda persecución, la callista, de 1926 a 1929, se refugió en la ciudad de México, pero tampoco gozó de libertad, porque siempre estuvo en inminente peligro de ser víctima de los brutales e implacables enemigos de la Iglesia.
Tantos trabajos y penas agravaron la enfermedad del egregio Prelado y precipitaron su muerte. Falleció en San Luis Potosí el 14 de julio de 1930, llorado de sus diocesanos y de todos cuantos supieron apreciar los subidos quilates de sus virtudes, y sentido muy particularmente de los pobres, por cuyas manos atesoró copiosos méritos de Jesucristo, justo y misericordioso Juez, le estaña premiado en el cielo con la esplendorosa corona de gloria que tiene preparada para los que, como el divino Pablo, le han servido con fidelidad en la peregrinación por la tierra.
Mons. Miguel María de la Mora, murió en olor de santidad, y su proceso de canonización inició en 1958, el 14 de julio de 1960 se obtuvo el nihil obstante, y desde entonces es llamado Siervo de Dios.